En 1991 sucedió lo impensable: la Unión Soviética colapsó. Por efecto dominó, igual suerte corrieron los demás países del llamado bloque socialista. Bueno, uno de ellos no pasó al campo capitalista, el que menos recursos estratégicos tenía: Cuba. La terca caribeña insistía en que su sistema político era el adecuado para el desarrollo de su sociedad, y no tenía por qué volver a caer en manos del imperio voraz. Viernes 9 de septiembre de 2011. Hernando Calvo Ospina